El origen de los relojes de arena es incierto. Se cree que los ejércitos romanos los utilizaban durante la noche, y también se ha dicho que fueron inventados por un monje francés hacia finales del siglo VIII.
Este reloj de arena naval es una reproducción del original que se encuentra en el Museo naval de Madrid.
Está fabricado en madera y los anillos protectores de la ampolleta son de latón.
Es una reproducción de los relojes clásicos que allá por los siglos XV y XVI tanto se utilizaban en monasterios y lugares oficiales.
Si bien el origen de los relojes de arena no está nada claro, parece ser que lo introdujo en Europa un monje del siglo VIII llamado Liutprando, que sirvió en la catedral de Chartres, Francia. No fue sino hasta el siglo XIV en que su uso se generalizó, siendo la evidencia más antigua una representación de 1338 del fresco Alegoría del Buen Gobierno por Ambrogio Lorenzetti.
Se dice que Carlomagno, el rey de los francos, tenía uno tan grande que sólo se debía voltearse cada 12 horas.
El reloj de arena naval también se utilizó en navegación hasta bien entrado el siglo XVIII, puesto que eran muy necesarios para averiguar la longitud en la que se hallaba la nave, ya que la latitud hacía tiempo que se averiguaba usando diferentes instrumentos como el astrolabio o el sextante, y solamente fue a partir de la invención de los cronómetros que se fueron sustituyendo paulatinamente por estos.
Disponemos de tres tamaños diferentes según su capacidad
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