El origen de los relojes de arena es incierto. Se cree que los ejércitos romanos los utilizaban durante la noche, y también se ha dicho que fueron inventados por un monje francés hacia final del siglo VIII. En esa época, Carlomagno, el rey de los francos, tenía uno tan grande que sólo se debía voltearse cada 12 horas. Ciertos relojes de arena se usaron comúnmente durante viajes de navegación para establecer la duración de las jornadas de trabajo dentro del barco, de los que Antiquus reproduce varios ejemplares.

El reloj de arena “Le Carré” consta de un cubo de cuatro dimensiones sobre un espacio de 3, en cuyo centro geométrico porta la ampolleta del tiempo. Es un diseño vanguardista sobre un concepto clásico.