Desde tiempos inmemoriales la humanidad ha sabido que la cambiante longitud de la sombra de un objeto indica la hora del día, y que la sombra se acorta hacia el mediodía y se alarga hacia el atardecer. Sin duda el primer rudimentario reloj de sol consistía en una simple estaca clavada en el suelo.
Los relojes solares que reproducimos, denominados de faltriquera, datan del siglo XVI, encontrándose los originales en museos tan importantes como el de Nuremberg o el Museo Correr de Venecia.
Este modelo denominado “Escorial” tiene forma de libro y va forrado en piel. Las dos placas interiores son de latón finamente grabadas.
Va acompañado de un manual con la historia del reloj de sol e instrucciones de uso.
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